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Luis Leal- Diarios de Cuarentena

Situación incómoda se vivió este miércoles en la mañanera cuando un periodista cuestionó directamente al secretario de la Defensa Nacional sobre el hackeo que sufrieron los servidores militares donde salieron a la luz cientos de documentos clasificados. Ante la sorpresa de los presentes, el presidente Andrés Manuel López Obrador salió rápidamente a desviar el cuestionamiento y negar el dialogo circular del que tanto presume como demócrata.

No es sorpresa lo que pasó en aquella mañanera, este gobierno se ha caracterizado por fomentar la división y el confrontamiento y evadir los cuestionamientos de las políticas públicas implementadas. Basta con hacer un pequeño recuento de cuántas veces se ha evadido responder con el tan infame “yo tengo otros datos”.

A esto se le suma el desperdicio de recursos públicos que se emplean la dirección encabezada por Elizabeth García Vilchis en su sección de “Quién es quién en las mentiras” que incluso ha sido desmentida en varias ocasiones por desinformar de manera adrede y que solamente ha servido como una manera mediática de linchar a los llamados adversarios del presidente y de su autodenominada transformación.

La realidad es que esta negativa a debatir por parte del presidente y de la mayor parte de su equipo de trabajo se ha convertido en un lastre para nuestra joven democracia, el linchamiento a comunicadores y a los medios por parte de sus huestes con el fin de imponer su verdad es comparable al autoritarismo priista de los 70’s y 80’s.

El debate debe ser la piedra angular de nuestra joven democracia con el fin de consolidarla. El debate es la pieza más importante donde las ideas de todos deben ser escuchadas y respetadas. Sin embargo, el debate dentro de nuestra nación y dentro de nuestra clase política se ha envalentonado debido a la polarización de la máxima expresión del poder popular que sienta en la silla del águila.

Lamentablemente, la vapuleada oposición, ha cometido dos errores garrafales. El primer error, caer en el juego presidencial de la confrontación altanera. Los dichos de Lily Tellez majaderos en contra de su compañera senadora dan esa lamentable muestra de altanería sin razón.

El segundo y crítico error, el de no confrontar al presidente por miedo, es una realidad que no todos los cuadros de la oposición son santos de mi devoción. Sin embargo, si existen cuadros actualmente que tienen la capacidad moral de ir y enfrentar directamente al presidente, una de dos o salen como mártires ante la embestida política que se viene después de eso o salen con más votos si saben enfrentarse estratégicamente en un escenario presidencial.

Estamos a tiempo de retomar el debate por y para México.

Desafortunadamente, las señales del poder dentro de todas sus estructuras se han volcado en cerrarse a la sociedad y empeñarse a terminar este sexenio sin cuentas que dar. La oposición está perdida todavía sin ser capaz de hacer valer su papel de contrapeso. Esta negativa a debatir en todos lados nos pone un lugar peligroso para nuestra democracia y nuestro futuro como nación, solo basta con mirar al Sur para ver cómo podríamos terminar.