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Red Plural de mujeres- Tinta Violeta

Recuerdo que cuando era niña una vez escuché en el desarrollo de un tema de mujeres, que admiro mucho, sobre la diferencia entre ser femenina y ser feminista, marcando lo primero como lo bueno y lo segundo como lo malo, algo así como la diferencia entre libertad y libertinaje.

Realmente no entendí mucho en ese momento y me llevo años para asimilarlo; sin embargo, ahora en este momento en el que estoy viviendo, con los conocimientos y experiencias que tengo, con los vínculos con los que cuento y con mi yo en totalidad, vuelve a aparecer en mi vida ésta marcada diferencia; porque pareciera que están peleadas o que son opuestos o que no se puede ser ambas al tiempo… pero ¿pareciera para quién? Honestamente para mí, aunque gracias a poder compartir con otras mujeres, observo que no soy la única y, bueno, tal vez no necesariamente con el concepto de feminista, pero sí parece que las mujeres tenemos de dos, o somos totalmente independientes, valientes y fuertes o somos dulces, tiernas y frágiles, una vez más como si fueran dos polos opuestos.

Abordo este tema porque desde hace unos años hice consciente en mí el no concebirme como una mujer frágil, el incluso no permitirme ser vulnerable y además sentir cierta incomodidad con las mujeres que se muestran como totalmente dulces, frágiles e indefensas, pero después de hacer consciente algo, es importante trabajarlo y es lo que ahora hago de manera intencional.

Como seres humanos tenemos energía tanto femenina como masculina, independientemente del sexo y el género que expresemos, y en general en nuestra vida vamos a encontrar que existen ambas energías y aunque lo vemos como dualidad en realidad es un todo.

Es decir, esto que menciono va en un sentido diferente a la equidad, la cual sin duda defiendo, esto es en cuanto a la naturaleza que poseemos y las diferencias que existen, que aunque podemos notar que es lo que se ha tomado para los roles y estereotipos de género, nada tiene que ver con ello, sino con las diferencias reales entre hombres y mujeres, en cuanto a percepción de situaciones, creatividad, procesamiento de información, independientemente de lo que hemos aprendido, es algo intrínseco.

En este sentido podemos observar que por la estructura patriarcal en la que vivimos muchas cosas, lugares, acciones, etcétera, poseen una energía masculina y una manera de realizarse que viene de ahí y que no permiten realizarse desde una perspectiva y/o energía femenina, por lo que nos vemos inmersas en ello, alejándonos muchas veces de nuestra esencia y llevándonos a adoptar alguno de los dos polos que mencioné en el inicio, el de la mujer independiente y todopoderosa o el de la niña buena y frágil.

Lo cual nos lleva solamente a replicar estereotipos o a querer romperlos, sin darnos cuenta que estamos replicando otros más y que ambos tienen relación total con la concepción patriarcal, con el “deber ser” con la competencia y la comparación entre nosotras. Limitando además la inmensidad que poseemos como mujeres, el poder genuino, la fortaleza interna y externa, la suavidad y delicadeza, que tenemos y forma parte de nuestra energía femenina, en pocas palabras la dualidad que somos y que no requerimos juzgar o ajustar.

Estas palabras son una invitación a observarnos, sin juzgarnos, a observar cómo nos expresamos, dónde estamos situadas y qué tanto estamos conectadas con nuestra energía femenina, o tal vez notar si es que hemos conectado más con la energía masculina, con tal de sobrevivir, adecuarnos, adaptarnos a un mundo patriarcal, tal vez con la idea de la independencia o la libertad; y una vez observándonos, confiar en la sabiduría que está en nosotras desde nuestras ancestras, desde la madre tierra y desde toda la energía femenina que es sumamente poderosa, para lograr integrar nuestra energía femenina a nuestro diario vivir, a nuestra forma de ser, estar, actuar, a nuestra lucha y a nuestra expresión de nosotras mismas, para ir creando desde ahí, para transformar a nuestra manera y para acompañarnos como sólo las mujeres podemos y sabemos hacerlo.

*Psicóloga Evelyn Carcaño Jiménez