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Red Plural de mujeres- Tinta Violeta

Psic. Evelyn Carcaño Jimenez

Después del día de las madres, siguen más y más días donde ellas ejercen la maternidad las 24 horas, donde ellas priorizan muchas veces a sus hijos e hijas, antes que su diversión, trabajo, descanso o autocuidado; y esto más que observarlo como el sacrificio más bonito de todos, más que nombrarlo como el amor más grande y puro, hay que nombrarlo como lo que es la romantización de la maternidad, la cual trae como consecuencia un poco valoración real a las actividades antes mencionadas, así como una sobre exigencia a las madres y una desvalorización de ellas como seres humanos independientes, como mujeres antes que madres.

Por ello es importante nombrar lo que sucede día con día en las casas de nuestro alrededor y la nuestra propia tal vez, donde la maternidad pareciera ser la única responsable de la crianza de las infancias, dejando de lado la paternidad o reduciéndose está solamente a proveer de bienes y servicios que impliquen el factor meramente económico; porque cultural e históricamente se aprendió que así es como funcionaba el sistema familiar, creando incluso algo llamado “instinto materno”  para justificar que las habilidades que desarrollan las mamás ya están puestas en ellas y en todas las mujeres por el simple hecho de ser mujeres y que por lo mismo los hombres no poseen esa capacidad, cuando vuelvo a decirlo, solamente son habilidades que se van desarrollando. 

La creencia de que el vínculo madre e hijo o hija es prácticamente mágico tiene origen en la intuición de las madres y en el conocimiento que adquieren de sus hijxs a través de la convivencia y el tiempo y espacio compartidos; y claro que juega un papel sumamente importante la gestación y forma parte del inicio del vínculo que por su puesto existe, pero también podemos hablar de que existe un vínculo padre- hijo o hija; porque se trata de una espera y de una convivencia; y como en todas las relaciones interpersonales que experimentamos a lo largo de nuestra vida, el vínculo se crea, fortalece, debilita o desaparece dependiendo las decisiones que tomemos al respecto. 

Por ello es indispensable nombrar y observar la maternidad y la paternidad como un vínculo que como cualquier otro va a requerir tiempo, disposición, aceptación, acuerdos, respeto, responsabilidad, entre muchas otras cosas; para así desmitificar que es la madre y solo la madre quien puede hacerse responsable del cuidado de lxs hijxs porque ella es quien puede entenderles, protegerles, reprenderles, tranquilizarles e incluso leerles la mente. 

Para así darle paso también a la separación de la mujer y la madre; es decir que el ser madre es parte de la existencia de la mujer, no la razón de la existencia; es un ejercicio más amplio que cualquier otra relación interpersonal, pero no es el primordial, porque el primordial, porque el primordial debería ser una misma, no por egoísmo, sino por bienestar, porque además mientras mejor estés como persona, mejores relaciones tendrás y tus vínculos serán más sanos, fuertes y bellos, incluido el de madre-hija/hijo.

Así que como sociedad celebremos, reconozcamos, agradezcamos y honremos la labor de las madres, pero de la misma manera dejemos de invisibilizar a la mujer que existe en esa mamá. Accionemos desde cada una de nuestras áreas, desde cada uno de nuestros géneros, desde cada uno de nuestros roles familiares y en conjunto podremos lograr mujeres más autónomas y empoderadas, para así tener maternidades más plenas, infancias más amadas y una sociedad más sana.