Aquiles Montaño Brito
Cuando analizamos si la economía de los mexicanos mejoró durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, los morenistas sostienen que sí porque hay tarjetas con dinero para millones de familias y porque, también dicen, se elevó el salario mínimo de los trabajadores. ¿Es cierto, entonces, que los pobres vivimos mejor bajo el gobierno de Morena?
Un ensayo que leí la semana pasada en la revista buzos, titulado “Precariedad laboral en México”, de la doctora en economía por la Universidad Autónoma de Barcelona, Vania Sánchez Trujillo, dice lo siguiente: “Durante el sexenio hubo un incremento regular del salario mínimo; éste pasó de 88.36 a 248.84 pesos, un incremento del 181.62 por ciento, a razón de 30.17 por ciento anual en promedio. Aun quitándole el efecto de la inflación, el incremento fue de 60 por ciento, es decir, hubo una recuperación del poder adquisitivo del salario. (Pero, a pesar de ello) el salario real [de los mexicanos] cayó en picada. Un salario mínimo mensual apenas puede comprar actualmente 70% de los bienes que conforman la canasta básica mensual de un hogar de cuatro elementos; es decir, los trabajadores aún no pueden satisfacer sus necesidades materiales para una vida digna con su salario mínimo”.
Hubo, pues, un incremento al salario mínimo que nadie puede negar, pero ese incremento no es suficiente para que un trabajador pueda comprar todo lo equivalente a la canasta básica, que implica buena alimentación (carne, granos, leche, frutas, verduras), higiene personal, productos de limpieza y medicinas. Es decir, no se puede comprar ni lo más básico que cada ser humano necesita para tener una vida. Esa canasta, por ser tan básica, no implica pasajes (a la escuela o el trabajo), vacaciones pagadas, una vivienda decorosa para la familia, ni gastos médicos costosos, como son por desgracia muchas veces necesarios. Es lo más básico para subsistir.
Pero no es todo. El ensayo de la doctora en economía Vania Sánchez también nos dice: “En 2023, 29 millones de trabajadores recibieron un salario menor a 2.5 salarios mínimos, el necesario para adquirir la canasta básica. (…) Es necesario evidenciar, además, que 15.4 millones de personas trabajaron más de 48 horas, es decir, su jornada laboral fue de más de ocho horas al día, si tomamos en cuenta que a la semana sólo tuvieron un día de descanso”.
Un reporte económico reciente sostiene que, en promedio, los mexicanos trabajamos 2 mil 226 horas al año. Somos el país que más trabaja. Por ejemplo, en Alemania los obreros trabajan 1,341 horas al año; son el décimo país con más horas trabajadas al año. En México les ganamos con 885 horas al año a los alemanes. Si esto lo dividimos en jornadas de ocho horas, como es lo establecido por la ley, las 885 horas implican 111 días más de trabajo: casi un tercio del año. Los trabajadores mexicanos estamos muy mal pagados, trabajamos mucho y no salimos de pobres: cada día somos más pobres.
Y a todo eso, ¿cuántos son los trabajadores que se benefician con el aumento al salario mínimo? La PEA es de 60.6 millones de personas, de ellos 59.8 millones están ocupadas y en la informalidad laboran 32 millones (54% de los ocupados); estos últimos no están beneficiados. Tampoco se benefician los 1.6 millones de desocupados, ni gran parte de los 4.2 millones de subocupados. Luis Felipe Munguía, presidente de la Comisión Nacional de Salarios Mínimo, afirmó que “el último incremento [realizado a finales de 2023] beneficia directamente a 8.9 millones de personas trabajadoras” (El País, del 14 de enero de 2024). ¿Nada más a ellos? ¡Nada más a ellos!
Lo que debemos aprender es que el incremento al salario mínimo es una negociación entre el gobierno federal, los empresarios y los sindicatos: es una forma de quitarle vapor a la olla de presión. Es una manera de decir: dale unos pesos a los trabajadores para que no haya descontrol en la población. Y ese “aumento”, sumado a los apoyos de las tarjetas con dinero del gobierno, es como se calma la presión social que genera empobrecimiento de todos los mexicanos. Si los mexicanos quieren un aumento serio, benéfico, que realmente nos ayude a tener una vida digna, urge que los obreros se lancen a la lucha por el aumento al salario, por la reducción de la jornada y, después, a la toma del poder político, ya que solo así es como se harán los cambios necesarios que erradiquen la pobreza de nuestro país, en la que nos debatimos 97 millones de mexicanos.
Carmen Aristegui, antes defensora a ultranza de AMLO, publicó una nota en su portal el 24 de julio de 2024 que dice lo siguiente: “Magnates mexicanos duplicaron su riqueza este sexenio, pero aumentó la pobreza extrema: Oxfam”. Dice en el texto: “América Latina es la región del mundo donde existe el mayor contraste entre el 1% más rico de la población y el 50% más pobre, de acuerdo con el informe de Oxfam ‘Econonuestra. Es tiempo de una economía para todas y todos’. Tan solo los dos hombres más ricos de la región, Carlos Slim y Germán Larrea, concentran más riqueza que la mitad más pobre de toda la región, unas 334 millones de personas, señala el documento. La fortuna de Slim, el hombre más rico de la región, asciende a más de 100.400 millones de dólares, más del doble del PIB de Bolivia o Paraguay y el doble de la inversión anual en salud pública de México”. Hasta aquí la nota.
Una nota de El País (24 de enero de 2024) es escalofriante: “Conforme a datos de inicios de 2020 a noviembre de 2023, Oxfam afirma que los 14 ultrarricos de México concentran 8.18 pesos de cada 100 pesos de la riqueza privada nacional, equivalentes a casi 180.000 millones de dólares. Slim acumula 4.48 de esos 100 pesos (o 1 de cada 20 pesos). Su riqueza, que creció 58% en términos reales desde el inicio de la pandemia, de acuerdo con Oxfam, es tanta como la que tiene la mitad más pobre de los mexicanos, alrededor de 63.8 millones de personas. Partiendo de que en México no solo hay pobres, sino pobres extremos, la ONG aporta otro dato que describe la enorme acumulación de riqueza en manos de Slim: Poco más de nueve millones de personas en nuestro país no saben si podrán comer al día siguiente, mientras que una sola persona concentra casi 1 de cada 20 pesos de la riqueza de este país”, dice Oxfam.
Es indignante y colérico que en los campos o en las ciudades haya gente que no puede comer, mientras los ricos han logrado, con Morena, una riqueza que no se podrán gastar en una sola vida o en varias vidas. Urge cambiar esto: organizarnos, educarnos y tomar el poder político del país. Para lograr un México sin hambre urge un gobierno del pueblo.